IBIRQUE ABANDONADO

En el pueblo abandonado, senté mis recuerdos
con planta herida de primavera entre casas con techos abiertos
mirando a la deriva, con constelaciones estraviadas de la luna mal herida.

Tan cerca y lejos de un horizonte buscado
hacen eco las campanas muertas de campanarios rotos del silencio
con el coro de cigarras y cantos del final del verano sofocante de estravio.

Oculto, el nido pasajero, espera el otoño embrujado
como si buscara albañiles repetitivos de las estrellas viajeras
entre rosales sangrantes de espinas aderezadas con aromas salvajes.

Grité con frenesi : ven a mi duendes de vigilia
que mis recuerdos están muertos a la mañana
y mis espinas quedan quebradas por las campana tañidas
de una historia que no tiene fin,
la de mi pueblo abandonado bajo las faldas de Guara,
para no olvidar que Ibirque tiene nombre ahora y siempre
bajo los ojos del techo de mundo.
Guara, Ibirque, Ibirque y Guara
el paraíso de los campanarios rotos con misa diaria
entre duendes y magos, acólitos del silencio.

Roberto Pac
Poesía registrada