Sin premura,
quedó enterrado el silencio
en el olvido del artista.
Bajo sus cansinos brazos,
tanto tiempos de composiciones
mal acabadas,
hizo llorar el arpa perezosa.
Las cuerdas,
como hilos vivientes,
se enredaban con pasión
en los finos dedos del autor.
Sin premura,
sonidos resonantes
mendigaban acordes
en el diapasón inarmonico
del arpa olvidada.
Quedó,
quedó enterrado el silencio
en el olvido del artista.
2 comentarios:
que vivan las obras de arte!
que no se chupen a los autores!
busca en la semilla robert.
sueña con los angelitos!
Buenas palabras, buena esencia.
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